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[av_one_full first min_height=» vertical_alignment=» space=» custom_margin=» margin=’0px’ padding=’0px’ border=» border_color=» radius=’0px’ background_color=» src=» background_position=’top left’ background_repeat=’no-repeat’ animation=» mobile_display=»] [av_slideshow size=’no scaling’ animation=’slide’ conditional_play=» autoplay=’false’ interval=’5′ control_layout=’av-control-default’ av_uid=’av-jsfa69ot’] [av_slide slide_type=’image’ id=’7360′ video=’https://’ mobile_image=» fallback_link=’http://’ video_ratio=’16:9′ title=» link_apply=» link=’lightbox’ link_target=» av-medium-font-size-title=» av-small-font-size-title=» av-mini-font-size-title=» av-medium-font-size=» av-small-font-size=» av-mini-font-size=»] Voluntarios internacionales
durante su proceso de inducción.
[/av_slide] [av_slide slide_type=’image’ id=’7362′ video=’https://’ mobile_image=» fallback_link=’http://’ video_ratio=’16:9′ title=» link_apply=» link=’lightbox’ link_target=» av-medium-font-size-title=» av-small-font-size-title=» av-mini-font-size-title=» av-medium-font-size=» av-small-font-size=» av-mini-font-size=»] Dyego pudo entregar su cariño
a todos los niños del hogar.
[/av_slide] [av_slide slide_type=’image’ id=’7359′ video=’https://’ mobile_image=» fallback_link=’http://’ video_ratio=’16:9′ title=» link_apply=» link=’lightbox’ link_target=» av-medium-font-size-title=» av-small-font-size-title=» av-mini-font-size-title=» av-medium-font-size=» av-small-font-size=» av-mini-font-size=»] Los voluntarios realizan actividades
de recreación diarias con los niños.
[/av_slide] [av_slide slide_type=’image’ id=’7358′ video=’https://’ mobile_image=» fallback_link=’http://’ video_ratio=’16:9′ title=» link_apply=» link=’lightbox’ link_target=» av-medium-font-size-title=» av-small-font-size-title=» av-mini-font-size-title=» av-medium-font-size=» av-small-font-size=» av-mini-font-size=»] Visita de voluntarios internacionales
al Ecoparque Sabana.
[/av_slide] [av_slide slide_type=’image’ id=’7361′ video=’https://’ mobile_image=» fallback_link=’http://’ video_ratio=’16:9′ title=» link_apply=» link=’lightbox’ link_target=» av-medium-font-size-title=» av-small-font-size-title=» av-mini-font-size-title=» av-medium-font-size=» av-small-font-size=» av-mini-font-size=»] Los lazos de amistad con el
equipo de profesionales se
fortaleció durante su voluntariado.
[/av_slide] [av_slide slide_type=’image’ id=’7357′ video=’https://’ mobile_image=» fallback_link=’http://’ video_ratio=’16:9′ title=» link_apply=» link=’lightbox’ link_target=» av-medium-font-size-title=» av-small-font-size-title=» av-mini-font-size-title=» av-medium-font-size=» av-small-font-size=» av-mini-font-size=»] El equipo Proyecto Unión y
voluntarios internacionales
despiden a Dyego.
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Buscar ser felices y sentirse bien es un objetivo común, para ello muchas personas deciden poner en acción su deseo de ayudar a través de un voluntariado. Así fue como Dyego Almaza Rivas, estudiante de odontología procedente de Brasil, llegó al hogar Santa Rita de Cascia de la Fundación Proyecto Unión a través de la organización internacional AISEC.

Al comienzo afirma Dyego no sabía que esperar, era su primera vez en Colombia y su primera experiencia con niños que padecen enfermedades complejas y discapacidad. Pero quedó gratamente sorprendido por la organización del hogar, la amabilidad de las personas que trabajan en él y los sentimientos de amor, comprensión y gratitud que vivió diariamente durante las seis semanas que duró su programa de voluntariado.

Este joven brasilero, que se destacó por tener un alto sentido de responsabilidad,  entrega y compromiso con sus labores como voluntario, tuvo la oportunidad de capacitarse, compartir su alegría con los niños y todo el equipo de profesionales que laboran en el hogar, estrechando los  lazos de amistad. Adicional a ello apoyó el programa de higiene oral dirigido a los niños, poniendo en práctica sus conocimientos profesionales. Durante su estadía, también tuvo la oportunidad de conocer el proyecto del Centro de Vida los Ángeles en Tocancipá y el Ecoparque Sabana.

Dyego se despide hoy del Hogar, en donde vivió momentos inolvidables, “aprendí que tengo una vida muy buena y no debo reclamar por nada, acá los niños me enseñaron a valorar lo que tengo, ellos tienen mucho menos y son felices”. El programa de voluntariado internacional que le brindó la fundación le dejó grandes enseñanzas para su vida que le sirvieron para volver con un pensamiento diferente a su país.

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